Son muchas las razones por las cuales las personas mayores requieren de una larga estancia en un hospital especializado, por ello podemos encontrar personas de avanzada edad que sufren demencias de distintos grados, alguna discapacidad física o por motivos de rotura de huesos, este último muy habituales debido al desgaste óseo que padecen las personas mayores a cierta edad, también debido a la caída de la propia cama durante el sueño o bien personas más jóvenes que han sufrido un grave accidente. No nos podemos extrañar del aumento progresivo que se está dando en la población más anciana y de la necesidad de mejorar las condiciones de vida durante su estancia hospitalaria.
Según los datos del observatorio del Sistema Nacional de Salud, el número de camas geriátricas y/o de larga estancia disponible en nuestro país se eleva, según los últimos datos registrados, asciende a 11.730, lo que representa sobre un 8% de la oferta total de camas hospitalarias. Si se incluyen solamente las camas de titularidad pública, el total asciende a 4.781 (lo que representa el 41% de la oferta total de larga estancia, y sólo el 4,4% del número de camas disponibles en hospitales públicos), un poco lejos aún de lo que debería ser un sistema público sanitario. Según los datos del Catálogo Nacional de Hospitales, Castilla-La Mancha, Extremadura, Navarra y La Rioja –además de las Ciudades Autónomas de Ceuta y Melilla carecen de servicios de este tipo. A estas CC.AA. se suman Andalucía, Asturias, Cantabria, Galicia y Murcia cuando se computan únicamente las camas de titularidad pública. A partir de estos datos resulta evidente la desigual distribución geográfica de estos recursos. Existe una concentración muy destacada en Cataluña, que junto con Canarias, Madrid y Guadalajara y otras grandes ciudades reúnen más del 65% del total de camas.
Por otra parte uno de los motivos de hospitalización más común entre las personas mayores en un centro hospitalario o de geriatría son por las enfermedades mentales como ya hemos comentado, junto con problemas circulatorios y la aparición de tumores. Pero cobra mayor incidencia y motivos de preocupación cuando vemos la alta tasa de envejecimiento que padecemos y en paralelo la baja natalidad con que contamos. En España y gracias al excelente sistema de salud nacional público que disfrutamos podemos ofrecer una atención médica avanzada, pese a algunas listas de esperas y algunos problemas coyunturales, España logra una de las tasas más elevadas en cuanto a esperanza de vida con respecto al resto del mundo a día de hoy. Los datos que se nos presentan no arrojan unos datos muy alentadores debido a la baja natalidad y el hecho de que mueren más personas de las que nacen. De esta forma y según el INE para el año 2046 habrá más de 14 millones de personas que comprendan el rango de edad entre los 66 y más de 80 años, de los cuales unos 10 millones comprenderán entre los 66 a los 79 años de edad y unos 4 millones superarán los 80 años o más. En la actualidad en este año 2018 contamos con algo más de 8,7 millones de personas mayores de 65 años para una población de 46.572.000 personas.
Teniendo en cuenta los datos antes expuestos y ante este panorama no es de extrañar que los centros hospitalarios tengan que adaptarse paulatinamente en cuanto a la especialización médica y en cuanto a recursos para una población que requiere de una atención muy especializada y continuada. Para ello las unidades de atención para la tercera edad en hospitales han de contar con materiales que se adapten a las necesidades propias de este tipo de pacientes, como el colchón hospitalario que juega un papel fundamental en el área geriátrica de cualquier hospital, sobre todo si hablamos de unidades geriátricas de larga estancia. La patología y la edad del paciente son factores determinantes que hay que tener en cuentan la organización y disposición de la unidad del paciente, sobre todo cuando la movilidad del paciente es escasa y necesita cuidados de primera necesidad.
Tras una larga estancia del paciente, llega el alta hospitalaria, y los cuidados han de seguir en el hogar por parte de familiares. Cuando se da un alta a un paciente se debe realizar una limpieza más minuciosa de la habitación a modo de mantenimiento, y de todo el material que tenga que ser reutilizado por otros pacientes, como por ejemplo el colchón; y es necesario desinfectarlo y esterilizarlo con lejía dándole la vuelta, siempre con las ventanas abiertas sin que haya corrientes de paso y utilizando el material necesario previamente con antelación.
Las camas hospitalarias en geriatría tienen que tener un cuidado especial y una atención continuada en su mantenimiento y limpieza, porque el paciente puede pasar por su enfermedad una larga temporada hospitalizado. En ella se descansa y se reposa convaleciente, a veces por tiempo demasiado largo tanto para el enfermo como para los familiares. Para ello el colchón hospitalario debe proporcionar comodidad, seguridad, sueño y alivio en las dolencias. Los colchones se adaptan a las camas según dos medidas principalmente, pudiendo ser de 90 de ancho a 105cms y de 190 a 200cms de longitud. Pueden ser de muelles, aunque hoy día en la mayoría de los hospitales con unidades geriátricas tienden a equipar con colchones de espuma HR articulados, que se adaptan mucho mejor a las distintas posiciones de las camas, según las inclinaciones que precise el paciente. Pero además los colchones de espuma llevan fundas ignífugas, impermeables y con cualidades antiácaros que aportan mayor protección a los pacientes.