Un colchón hipoalargénico está concebido para proteger la piel, sobre todo en personas que tienen alergias o por dolencias, enfermedad o por una estancia larga en un hospital tienen que permanecer un tiempo prolongado en una cama hospitalaria.
El colchón hipoalargénico se compone de un bloque de espuma que normalmente oscila entorno a una densidad de 25kg/m3 (D), pero además su envoltura se realiza con una funda especial de fibras naturales, que es la que le confiere la cualidad hipoalargénica. De hecho no solo la funda del colchón es fabricada en un material como la lana, el lino o el algodón, también en el mercado existen microfibras sintéticas que con un aditamento específico el tejido no genera alergias.
Por ello, la ropa de cama como las fundas de almohadas y las sábanas ya se comercializan en el mercado con este tipo de tejidos, siendo testadas y certificadas para su uso en el ámbito sanitario.
En cuanto a la capacidad ignífuga de las fundas para colchones hospitalarios es completa, gracias a que es un tejido técnico que evita la propagación de la llama y la autoextinción de la llama debido al uso de una mezcla específica de fibras utilizadas, como Modacrílica y Algodón, Poliamida de alta tenacidad, Viscosa FR y mezclas de P-aramida.
Respecto a las mejoras hipoalargénicas en los textiles ignífugos, las normativas para verificar la determinación de la actividad antibacteriana en este tipo de productos textiles es la (EN ISO 20743:2021).
Esta normativa que mide la actividad bacteriana se realiza por conteo de placas de colonias y el método de luminiscencia,
Otros métodos más sofisticados consiste en el entramado de nanopartículas de óxido de zinc en el tejido de algodón, de modo que éstas se acoplan perfectamente a la estructura de la tela, convirtiéndola en antibacteriana.
La nanotecnología es una nueva ciencia que aplicada a las fibras textiles incrementa su resistencia, generan telas que no se arrugan, mantienen por mucho más tiempo la desodorización eliminando olores y limpieza de su superficie.