Los colchones para hospitales han mejorado en los últimos años considerablemente la comodidad de los pacientes. Un colchón confortable y saludable no trata solo de la firmeza, también hay que tener en cuenta que es una cuestión de la morfología y el peso de la persona que duermen en ese colchón.
Los problemas de dolor de espalda eran muy habituales al permanecer mucho tiepo tumbado en un colchón hospitalario, derivándose generalmente en dolencias localizadas en el cuello, cervical, caderas y lumbago, tensionándose estas zonas de manera que producía en el paciente un malestar con el problema añadido de la fricción que producía escaras y una mala circulación.
La mejor morfología pues para diseñar un colchón de hospital es aquella que mantiene una firmeza aceptable y suficiente para los puntos de apoyo del paciente, sobre todo cuando está en la postura decúbito lateral.
Las úlceras de decúbito también se denominan escaras de decúbito y se pueden formar cuando los músculos y el tejido blando presionan contra una superficie como una silla o una cama. Esta presión corta el suministro de sangre a esa zona y esto puede llevar a que el tejido cutáneo allí muera. Cuando esto sucede, se puede formar una úlcera de decúbito.
La cama hospitalaria tiene múltiples movimientos eléctricos y con ello los colchones han de adaptarse a cada posición. Si alguna vez ha estado en el hospital probablemente haya visto una de estas camas. Son ajustables en altura y permiten regular la posición de las piernas, espalda y cabeza según las necesidades del paciente. Estas camas pueden ser manejadas por enfermeras y médicos mediante controles remotos.
Mientras que el concepto de ergonomía cada vez más desarrollándose en la industria (oficinas, escuelas, plantas de fabricación, etc.), el campo médico también sigue esta tendencia.