En el mercado de los colchones, se fabrican distintos modelos en función del uso y de la calidad que se quiera ofrecer. Desde colchones con espuma, visco, látex y muelles o haciendo una combinación de estos materiales, se trabajan y mejoran otras zonas además de su estructura base, como es el tejido que lo rodea y que actúa como protector del núcleo principal. Así pues, en la fabricación de un colchón por norma general se piensa siempre en primer lugar en la firmeza.
Para consensuar el tipo de colchón más equilibrado en el uso más estricto hospitalario, con el paso de los años los distintos hospitales y tras percibir la opinión de los pacientes, se llegó a afianzar el uso de los colchones de hospital en firmeza 25D/Kgr/m3 y con un grosor de entre 15 y 20 cms de altura.
Son muchos los hospitales que desde hace décadas aún conservan la política de comprar colchones de espuma o de poliuretano por su bajo coste, ya que están especialmente diseñados para las dimensiones de las camas de los pacientes, además de estar sometidos a una producción en masa muy fácil de realizar. Pero poco a poco y con el paso de los años ya se van renovando y entran como una nueva opción los colchones con núcleo de fibras naturales de origen vegetal, un poco más costosos que los tradicionales de espuma, pero aportan más beneficios como por ejemplo; su cualidad hipoalargénica al evitar que los microorganismos proliferen o se formen en su superficie y la de proteger la piel de los pacientes sin que sufran irritaciones.
La producción de espumas para colchones en general es muy variada a la vez que popular y extendida entre los principales fabricantes, pudiéndose dividir
en; convencionales o flexibles, espumas de fibras naturales (fibra de coco y soja), espumas en HR o de alta resilencia, espumas ignífugas y espumas viscoelásticas. La tendencia en la producción de colchones es la de causar el menor impacto posible al medio ambiente, además de proporcionar los máximos beneficios a los usuarios.
En la metodología de fabricación de dichas espumas, pueden darse dos variantes, una mediante un proceso continuo y la otra discontinua. En el caso de la producción de colchones de espumas mediante el proceso continuo, se utilizan la unión de varias máquinas, de las cuales la primera es un mezclador, que aporta y mezcla los diferentes compuestos de la mezcla; la segunda es un sistema de cintas sin fin, que arrastra la espuma durante su crecimiento, limitando su crecimiento para darle al bloque la forma deseada; y la parte final de la espumadora es un dispositivo de corte, para cortar el bloque a la longitud deseada. Generalmente son las más baratas, las más utilizadas y conocidas por el público.